Buenas palabras para una buena alimentación

Mar 2, 2019 0 Comments in Estilo de vida
Buenas palabras para una buena alimentación

 

Comer no es un premio ni un castigo, es un acto vital para tener buena salud. Los padres deben dar ejemplo porque los niños aprenden por imitación. El acto de comer es un momento para compartir con la familia, agradable y distendido, no es una pelea, un premio o un estrés. Hay niños que no comen, que comen demasiado o que cuando ven algo verde se aterrorizan.

Hacemos comentarios, pequeñas reflexiones que pueden marcar al niño, hacerle rechazar un alimento, alterar su comportamiento alimentario o influir en su imagen corporal. Enseñar a comer es educar en la salud, comer saludablemente no es fácil, pero si les enseñamos desde pequeños adoptarán buenos hábitos alimentarios y tendrán un estilo de vida más saludable en la edad adulta. Comer en familia ejerce una gran influencia en la dieta de los niños y en el desarrollo de sus hábitos alimentarios.

Pero no sólo es lo que les damos de comer sino cómo les hablamos del comer. La mejor alimentación para el niño es un alimentación variada que aporte todos los grupos de alimentos, sabores, olores, colores, formas, consistencia y palabras.

“No comas tanto, que vas a engordar”. “Acaba tu plato”. “Si no eres bueno, no tendrás postre”. Pronunciamos a menudo frases como éstas sin reflexionar y pueden influir en los niños más de lo que parece.

Podemos decir lo mismo pero de otra manera. “No tomes otra galleta, te vas a engordar”, Obsesionados por el peso nos hemos vuelto anti azúcar y antigrasa; sin embargo, no hay que estigmatizar nunca un alimento delante de un niño. El riesgo es crear alteraciones del comportamiento alimentario, tanto por exceso como por restricción.

Mejor decir,” las galletas son buenas”, pero para merendar hay muchas otras cosas igual de buenas, un trozo de queso, un yogurt, una fruta. Las galletas se toman de vez en cuando, o también combinar la galleta con otro alimento (una galleta y una fruta).

“No te moveras de la mesa hasta que no te lo hayas comido todo”. Se bloquea delante del puré de calabaza y perdemos la paciencia. Esta frase también se puede entender como hay que terminar todo lo que hay en el plato aún sin tener hambre. Mejor decir, “prueba al menos un bocado”. Se le incita a probar por curiosidad, para que sepa a qué sabe ese alimento y también se le muestra que a ti te gusta. El paladar se puede educar, ver comer con gusto crea cultura y paladar. Se tardan unas diez tentativas a que el niño acepte un nuevo alimento que antes rechazaba. Siempre empezando con pequeñas cantidades. Creatividad y perseverancia, probar una y otra vez, hasta dar con la receta que les gusta.

“Has de comer 5 raciones de fruta y verdura al día, cómete esta manzana que esta llena de fibra”. Las frutas y las veduras deben ser un placer, no un remedio ni una suma de vitaminas y minerales.

Mejor decir, “mmm brócoli” o “mmm manzana ecológica”. Hervidas y servidas siempre de la misma manera las verduras son tristes, aburridas y una tortura para nuestros hijos. Podríamos preguntarles: “que te gustaría añadir a la verdura, ¿queso rayado, vinagreta, trocitos de jamón?” Con la fruta igual, hay que variar la presentación: cortada a cubos, brochetas, con un poco de chocolate en polvo…Renovar el interés, incluso cocinar con ellos.

“Si te portas bien te doy un caramelo”. Los snacks y las chuches, no son una buena recompensa. El hábito puede perdurar hasta la edad adulta y crear comportamientos compensatorios negativos respecto a la comida. Mejor decir, “si te portas bien te explicaré un cuento”.

Existen muchas actividades que permiten a un niño pasar un buen momento, fáciles y rápidas de hacer, no comida.

Otro día hablaremos de comer en familia, de momento os dejo una frase del libro de Miriam Weinstein. “El sorprendente poder de comer en familia”

¿Si te dijera que existe un medio “mágico”, algo que mejora tu calidad de vida y la de todos los tuyos, las persepectivas de éxito en el futuro de tus hijos u, es más, la salud de tu familia? ¿Algo que no es caro, es fácil de conseguir y que está al alcance de la mayoría? (Weinstein, 2005).

¿Lo adivinas? Sí, esa fórmula mágica es “comer en familia”.

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