Historias de pacientes 1: “Quiero cambiar mi relación con la comida”

May 31, 2018 0 Comments in testimonios
Historias de pacientes 1: “Quiero cambiar mi relación con la comida”

Hace unos meses os anuncié que quería poner en marcha un nuevo espacio en mi blog para dar voz a las experiencias de algunos de mis pacientes. Es decir, compartir lo que conocemos como testimoniales, algo que yo a menudo pongo en duda, ya que nunca sabemos hasta qué punto son verídicos o inventados. Quería historias reales de paciente, con el objetivo de que otras personas pudieran sentirse identificadas y darse cuenta de que nada de lo que nos pueda pasar con la alimentación es raro ¡ No hay que avergonzarse de nada de lo que nos pasa!.

Yo soy el hilo conductor de estas historias, pero los protagonistas son mis pacientes.

A partir de aquí elegí a un grupo de pacientes que creía podían entender mi objetivo y les pedí que me escribieran su historia, como ellos quisieran.

Hoy comparto la primera de ellas y es la historia de un paciente que quería cambiar su relación con la comida.

Acudió a mi en noviembre de 2017. Es joven pero a pesar de su edad había hecho muchas dietas para perder peso, con grandes oscilaciones en su IMC de 19 a 31. Presentaba sobrepeso desde niño. Alternaba periodos de mucha restricción, con periodos de total descontrol con mucha hambre y sin sensación de saciedad.

Cuando vino a verme me dijo que lo que quería era conseguir una “relación normal con la comida”. Estábamos hablando de comer de forma consciente, saludable y equilibrada para sentirse bien con la comida y poder tener una relación normal con ella, este era nuestro objetivo, los kilos vendrían por si solos. Desde entonces, estamos trabajamos paso a paso y de forma progresiva para avanzar hacia esta relación más sana con la comida y consolidarla.

Para conseguirlo tratamos muchos factores que intervienen en la alimentación consciente: registros de alimentos, sensaciones, situaciones, saciedad, hambre, compra, fotos, por supuesto también nos ocupamos del peso y de la salud, IMC, perímetro de cintura , porcentaje de grasa …y ahí estamos consiguiéndolo.

Ésta es la historia del paciente contada por él.

Nunca he tenido una relación normal con la comida. Supongo que se debe a una multitud de factores, entre los que, sin duda, destaca una personalidad como la mía, que tiende a lo absoluto.

Siempre me he movido en el marco de dos situaciones antagónicas: o bien como mucho y mal hasta que satisfago la ansiedad sin ni siquiera llegar a sentir hambre o bien, si el objetivo es adelgazar, ignoro la sensación de hambre (aunque la sienta) para conseguir perder peso.

Como decía, mi relación con la comida no es normal. No lo es o no lo era. De hecho, me gustaría pensar que el tiempo verbal correcto a utilizar en este caso es el pretérito imperfecto. Me gustaría pensar que mi relación con la comida ha cambiado de forma sustancial desde el momento en que decidí que debía poner remedio a la situación (noviembre de 2017).

Hasta ese momento, 32 años en total, me había pasado toda la vida ignorando la sensación de hambre para satisfacer así, a través de la comida, otras necesidades o, por el contrario, según mi momento vital, sometiéndome a dietas sin sentido con el fin de conseguir un peso que me permitiera sentirme a gusto conmigo mismo.

En noviembre de 2017 rompí esa dinámica. Para ello resultó clave asumir que yo no iba a ser nunca la persona que mejor comiera en el mundo ni la persona, menos aún, que iba a pasarse horas cocinando recetas tan deliciosas como sanas. No iba yo tampoco renunciar a comer o beber determinados alimentos. No. Ese no es el camino. No es, al menos, mi camino.

El camino (ahora me he dado cuenta) era más simple y consistía en mantener mi estilo de vida con una dieta más equilibrada y sana que no supusiera renunciar a nada de forma absoluta.

Una dieta, la que sigo desde noviembre de 2017, que es para siempre y que me hace sentir bien con la comida y con lo que como. El truco es saber lo que comes, cuándo lo comes y para qué lo comes. Si piensas así y lo interiorizas (y no hay, por supuesto, algún otro problema médico) conseguirás tu peso ideal (yo he perdido 11 kilos-creo; tampoco me obsesiona-).

Pero conseguiras mucho más que eso. Conseguirás sentirte bien y olvidarte de la comida. Basta con que pienses mejor en lo que comes y cómo comes y que para ello, quizás, te apoyes en una profesional que sepa de nutrición y que, además, sin grandes aspavientos, demuestre ser empática.

La Dra. Martínez Obiols es una de esas profesionales. Por eso sigo con ella, para poder seguir utilizando el pretérito imperfecto y poder afirmar que mi relación con la comida no era normal.

Estoy seguro de que estas últimas frases harán sonrojar a la Dra. Martínez Obiols. No por ello deja de ser necesario y de justicia que se reconozca al césar lo que es del césar. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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